Ver la cara de vuestro bebé por primera vez es un momento intenso que seguro habéis imaginado en más de una ocasión y que se grabará en vuestra memoria.
Al nacer, el bebé recién nacido está cubierto de una grasa blanca llamada unto sebáceo o vérnix caseosa. Está formada por las secreciones de sus glándulas sebáceas, y ha protegido su piel durante el embarazo. No es necesario ni conveniente quitarla, pues también le sirve de abrigo y protección mientras se adapta a la vida fuera del útero. Poco a poco, su propia piel la absorbe
Por debajo de esa capa blanca, la piel de un recién nacido es intensamente roja, en parte debido a la gran cantidad de sangre que circula por ella, pero también a que tiene muchos glóbulos rojos.
Cambios que debéis esperar
Manos y pies
Es muy habitual observar un color azulado (cianosis) en sus manos y pies durante los dos primeros días de vida. Es habitual que tenga las extremidades algo frías, pues la sangre circula más lentamente en estas zonas y, al perder oxígeno, adopta ese color.
Las uñas de las manos del recién nacido suelen ser largas y frágiles. Podéis cortarlas con unas tijeritas de punta redonda pasadas dos o tres semanas, para evitar que se arañen. Algunos hospitales os pueden recomendar el uso de manoplas.
Hombros, espalda y frente
Especialmente en hombros, espalda y frente, suele observarse un vello suave y fino llamado lanugo, que se cae a los pocos días de nacer. Son los restos del vello que les cubría el cuerpo desde el quinto mes de embarazo y que empieza a desprenderse poco antes de nacer. Por eso, es más abundante en bebés prematuros.
La cabeza
A menudo la cabeza del bebé es ligeramente puntiaguda como resultado del paso a través del canal de parto y la presión que ha soportado al pasar a través del cuello uterino. Esa inflamación, similar a la que se produce tras cualquier traumatismo, se llama caput succedaneum desaparece espontáneamente en pocos días.
En el bebé, las suturas o bandas fibrosas que conectan los huesos del cráneo permiten cierta movilidad para facilitar su paso a través del canal del parto. Estas suturas pueden palparse y serán flexibles durante la niñez, para que el cerebro pueda desarrollarse.
En su cabeza se pueden palpar también unas zonas más blandas de forma romboidal, llamadas fontanelas: una más grande que se encuentra en el centro del cráneo (fontanela anterior), y otra posterior más pequeña. Son zonas donde los huesos que forman el cráneo todavía no se han unido y no reviste peligro tocarlas.
El rostro
En las mejillas y el mentón, pero sobre todo en las alas de la nariz, muchos bebés recién nacidos tienen unos puntos nacarados de tamaño pequeño. Son unas estructuras quísticas donde ha quedado retenida la piel que se muda, pero no os preocupéis porque desaparecen después de las primeras semanas de vida.
Los ojos
Es normal encontrar los párpados hinchados en el bebé recién nacido. A veces, los cambios de presión que sufren en el parto producen una hemorragia en la conjuntiva, observándose una pequeña mancha en forma de hoz de color rojo en la parte blanca del ojo, rodeando la córnea. No os preocupéis porque desaparece en pocas semanas sin dejar señales ni secuelas.
Los genitales
En el caso de los genitales, en las niñas, la prominencia de los labios menores y del clítoris es normal al nacer. La inflamación de la vulva desaparecerá durante el primer mes de vida. En la vagina de las recién nacidas se observa un flujo blanquecino y cremoso, en ocasiones incluso sanguinolento, debido a la influencia de las hormonas maternas.
Con cierta frecuencia, en los niños varones, se aprecia un testículo tenso y de gran tamaño. La mayoría de las veces es líquido procedente del abdomen que ha quedado retenido en el interior del escroto, un hidrocele, y normalmente se va reabsorbiendo por sí mismo.
La fimosis, es decir, la estrechez que impide retirar la piel del prepucio y descubrir el glande, es normal en los recién nacidos. En la inmensa mayoría se soluciona espontáneamente con el paso del tiempo.
La postura
Las primeras semanas, los bebés recién nacidos están en una postura que recuerda a la posición fetal: puños cerrados, hombros encorvados hacia delante y caderas y rodillas flexionadas. Además, los reflejos primitivos están muy presentes, son formas de respuestas instintivas a estímulos como el contacto.
Otras características frecuentes
Al nacer, tanto los niños como las niñas pueden presentar signos debidos a la influencia que durante el embarazo ejercieron en ellos las hormonas maternas. El más característico es la hinchazón de sus mamas o intumescencia mamaria, de las que a veces incluso sale un poco de leche. Es importante no pretender vaciarlas, pues podría causar una infección. La inflamación remite en un par de semanas.