Las primeras horas y días de vida del recién nacido son claves para evaluar su estado general. Es por ello que durante sus primeros días de vida y durante vuestra estancia en el hospital le harán a vuestro hijo o hija varios procedimientos rutinarios, sus primeros chequeos médicos, para prevenir algunas complicaciones en su desarrollo.
Profilaxis ocular
A todos los recién nacidos se les ponen unas gotas o una pomada antibiótica en los ojos para protegerlos contra la conjuntivitis que podrían sufrir si vosotras, las madres, tuvieseis una infección gonorreica sin diagnosticar.
Los colirios o pomadas que actualmente se emplean apenas irritan los ojos del bebé. Sin embargo, pueden enturbiar su ya escasa visión, por lo que en algunas maternidades esperan a que haya tenido el primer contacto con vosotros para ponerlos.
Prevención de la enfermedad hemorrágica del recién nacido
Los recién nacidos tienen unos niveles relativamente bajos de vitamina K, que es un factor fundamental para que la sangre coagule adecuadamente y cuya carencia podría llegar a originar graves hemorragias.
Para evitarlo, se les administra una inyección de vitamina K en la parte superior del muslo. Aunque se ha valorado la posibilidad de dársela por vía oral, todavía parece más recomendable seguir inyectándola. En el plan de parto, se debe indicar si se accede o no a suministrar esta inyección. La vitamina K oral precisa una pauta larga de tratamiento y no resulta tan efectiva para evitar la enfermedad hemorrágica del recién nacido.
Cribado neonatal
En el periodo neonatal, este término genérico se refiere normalmente al análisis de sangre que se debe efectuar en todos los recién nacidos para descartar diferentes enfermedades metabólicas como el hipotiroidismo y la fenilcetonuria o la fibrosis quística.
Cada comunidad autónoma tiene su propio programa de cribado neonatal, incluyendo en torno a 20 enfermedades. Popularmente se la conoce como prueba del talón porque generalmente se extrae la sangre de esta zona. Tiene como objetivo detectar precozmente algunas enfermedades o trastornos que tienen tratamiento y que, sin él, pueden causar graves problemas físicos, mentales o del desarrollo.
Para hacer el análisis, basta con unas gotas de sangre, que normalmente se obtienen a partir del segundo día de vida pinchando con una lanceta en el talón del niño o la niña.
En los pocos casos en que este es positivo, el hospital se pondrá en contacto con vosotros para informaros y programar un segundo análisis de confirmación, corroborar la sospecha, ampliar el estudio e iniciar el tratamiento inmediatamente.
Detección de sordera
La detección precoz de la sordera permite iniciar un tratamiento y estimulación a edades tempranas, de forma que el desarrollo del lenguaje y de la comunicación se vean menos afectados.
Las dos técnicas disponibles son inofensivas e indoloras, y se practican mientras el bebé duerme. En la prueba de las otoemisiones acústicas (OEA), basta introducir una sonda en el oído y medir los ruidos generados por las células del oído interno ante los estímulos sonoros. Tiene el inconveniente de que, en un pequeño porcentaje de casos, ofrece un resultado normal en niños que no oyen bien. En la otra técnica, se determinan los potenciales evocados auditivos (PEA). Se coloca al bebé unos auriculares en los oídos y unos pequeños electrodos en la frente y el lóbulo de la oreja para comprobar la respuesta neuroeléctrica del sistema auditivo. Esta técnica tiene el inconveniente contrario, es decir, que resulta anormal en algunos bebés que oyen bien, de modo que lo ideal sería practicar ambos métodos.
Si estos exámenes indican que el bebé padece hipoacusia o sordera, el diagnóstico debe confirmarse. Es muy importante que el tratamiento se inicie en torno a los seis meses de vida mediante ayudas auditivas (audífonos) e intervención logopédica y educativa.