Aunque el llanto del bebé es una forma de comunicación normal, es uno de los aspectos que más preocupan como futuros padres y madres. Ciertamente, no siempre es fácil averiguar la causa del llanto del bebé ni cómo consolarle; pero en la práctica es un asunto menos complicado de lo que suele parecer de antemano.
Todo lo que necesitas saber sobre el llanto de los recién nacidos
Un bebé pequeño tiene pocas estrategias aparte del llanto para comunicarse. Es un mecanismo de defensa ante los peligros y una forma de cubrir sus necesidades. Cuando el bebé recién nacido llora, es porque quiere comunicarse con vosotros. Los motivos del llanto pueden ser normalmente:
- Ayuda: cuando tiene hambre, está mojado o incómodo, o necesita compañía.
- Queja: por algún tipo de dolor, pero también por exceso de ruido o de estimulación.
- Desahogo: para liberar las tensiones que ha ido acumulando a lo largo del día.
El llanto es algo normal e imprescindible en los bebés. El bebé de dos o tres meses llora mucho más como parte de su proceso de adaptación a la vida fuera del útero, pero eso no significa que no lo estéis cuidando bien. Conforme va creciendo, el bebé va entendiendo las diferentes rutinas e incorporando otras estrategias de comunicación a parte del llanto.
A partir aproximadamente del año de edad, el bebé puede llorar cuando necesita algo pero cada vez será más evidente el porqué, y dejará de llorar por cosas que sí le hacían llorar cuando era más pequeño.
¿Por qué lloran los bebés? Las razones más comunes
Además del llanto del bebé causado por enfermedad o dolor, que habitualmente se acompaña de otros signos de alarma, las causas habituales de llanto en el bebé son: hambre, frío o calor, incomodidad, pañales mojados o sucios, sueño, soledad, aburrimiento, exceso de estímulo, ruido o tensión.
¿Cómo actuar cuando el bebé no para de llorar?
No siempre es fácil reconocer los motivos por los que el bebé llora y en muchas ocasiones, al estar desbordados, os puede parecer un llanto incontrolable o incluso sentir que el bebé llora todo el día. Sin embargo, con el tiempo y poniendo en práctica los siguientes consejos, iréis aprendiendo a reconocer su llanto y atender sus necesidades.
- Siempre hay que atenderlo pronto:
El llanto del recién nacido o el bebé siempre responde a una necesidad, física o psicológica, que debéis procurar satisfacer lo antes posible. No es recomendable dejarle llorar sin consolarle.
- Necesidades básicas:
Intentad averiguar cuál es el motivo del llanto del bebé y solucionadlo. Si tiene hambre, dadle de comer. Si está sucio, cambiadle. Si simplemente quiere contacto, cogedle. Si tiene sueño, hay que facilitar que se duerma.
- En brazos:
Los bebés necesitan estar en brazos para que su desarrollo psicomotor y emocional se realice de forma correcta.
Es un error no coger al bebé en brazos por miedo a que se mal acostumbre. Darle atención y afecto cuando lo necesita no es una mala costumbre.
- Descartar dolor y enfermedad:
El llanto de un bebé al que le duele algo suele ser con otro timbre, que claramente os alerta de que algo, aparte de lo que es más habitual, está ocurriendo. Puede ser que la ropa le oprime, que tiene fiebre, dolor…
Es recomendable sacarle la ropa y evaluar si algo os llama la atención y valorar la presencia de otros signos y síntomas (mal color de piel, vómitos y diarreas, fiebre, lesiones en la piel, dificultad para respirar, etc).
- En busca del método que os sirva para calmarle:
Como familia, acabaréis conociendo a vuestro bebé y sabiendo cómo actuar para consolarle. El contacto físico, el movimiento, el uso del chupete o el pecho para la succión no nutritiva, una canción o hablarle de una manera sosegada, pueden ser opciones que funcionan. Como progenitores y cuidadores acabaréis sabiendo qué le funciona mejor.
- Con calma:
El llanto del bebé, especialmente si es muy pequeño, está diseñado para que los adultos reaccionen para cubrir las necesidades que originan el llanto. Es prácticamente imposible no atenderlo.
Consolar a un bebé y que siga llorando puede resultar muy frustrante para los adultos, especialmente en días en los que estáis cansados o con otras preocupaciones. La incertidumbre de no saber qué le pasa al bebé también es un motivo de estrés parental.
Por otro lado, los bebés y niños pequeños tienen la capacidad de captar un ambiente tenso o estresado, de forma que es fácil que el llanto os genere angustia y, esa misma angustia, le genere más llanto al bebé.
Si os sentís desbordados, pedid ayuda, para que otra persona se ocupe del bebé. En este sentido, es importante poder disponer de ayuda y saber pedirla y disfrutarla sin complejos de ningún tipo.