Con los nueve meses de edad termina su periodo de exterogestación, es decir, el tiempo que el bebé ha pasado fuera del vientre materno pero con necesidades muy parecidas a las que tenía durante la gestación.
Características del bebé a los nueve meses
En esta fase los dos aspectos del desarrollo más importantes son la sedestación y el inicio del desplazamiento de forma autónoma.
El bebé será capaz de mantenerse sentado solo sin caerse y pasar así largos ratos. También es capaz de cambiar de postura, llegando a sentarse él solo desde una posición estirada, así como cambiar de sentado a la posición de cuadrupedia o gateo, apoyado en las manos y rodillas.
También podrá gestionar su alimentación, llevándose el alimento a la boca cada vez con mayor habilidad, por lo que podréis iniciar la introducción de la alimentación complementaria con alimentos sólidos.
Cuándo empieza a desplazarse el bebé
El siguiente paso es el inicio del desplazamiento. Clásicamente es el gateo, pero hay bebés que no gatean y tienen un desarrollo completamente normal. El desplazamiento puede ser de las formas más diversas: arrastrándose, culeando, reptando o rodando. La cuestión es esa intención de desplazarse y que el bebé a esta edad logre llegar a un objeto que está a distancia.
Empezará a soportar el peso de sus piernas cuando tiene un punto de apoyo y, al final de esta etapa, algunos bebés serán capaces de ponerse de rodillas o de pie e incluso de desplazarse lateralmente deambulando con sus brazos apoyados en una mesa o en un sofá.
Coordinación y comunicación a partir de los seis meses
Desde el punto de vista del lenguaje, intentará imitar algunas palabras con monosílabos o bisílabos, aunque todavía sin sentido.
Al cumplir los nueve meses, imitará gestos, saludará, dará palmitas y hará onomatopeyas, por ejemplo, los sonidos de los animales.
En esta etapa del desarrollo, también empezará a mostrar empatía selectiva identificando emociones y sensaciones, y a incomodarse con la presencia de personas extrañas, desarrollando en muchos casos lo que se conoce como angustia de separación.
La angustia o ansiedad de separación es el llanto o la inquietud de un bebé entre 8 y 12 meses cuando siente que sus figuras de apego se van. A pesar de que a esta edad se están volviendo cada vez más independientes, todavía se sienten inseguros cuando se separan de vosotros, sus cuidadores. Pese a todo esto, el proceso suele ser transitorio y evolutivo.
Actividades para bebés de nueve meses
Sus manos serán mucho más hábiles e iniciará el movimiento de pinza con los dedos, con la finalidad de poder manipular objetos más pequeños. Empezará a disfrutar con el juego y los juguetes, de forma más compleja que a los tres meses: llevándolos a la boca, golpeándose o lanzándolos al suelo. Se desarrollará la permanencia del objeto: tirará un objeto al suelo y lo buscará para ver dónde está. Se divertirá mucho tirándolo una y otra vez, mientras vosotros lo recogéis una y otra vez del suelo y se lo devolvéis.
Al bebé de seis a nueve meses le gustará explorar y descubrir los colores, los sonidos, las texturas y los movimientos, por lo que podéis probar con juegos y actividades que impliquen ese descubrimiento del mundo que les rodea: introducir y sacar objetos de recipientes, derribar torres, el escondite con las manos… Es importante que tengáis en cuenta que el juego se trata de una diversión, por tanto, no es recomendable proyectar demasiadas expectativas en cuanto a estimulación o educación.
A esta edad son comunes los juegos de construcción y apilables (sobre todo con diferentes colores y tamaños), juguetes musicales (pianos, tambores), juguetes para la hora del baño, cubos y palas, mesas de actividades sencillas, etc.
Signos de alarma a los nueve meses
Llegados a los nueve meses, el control corporal del bebé debe ser más evidente, así como sus ganas de descubrir el mundo. Aunque no todos los bebés logran alcanzar los diferentes hitos del desarrollo al mismo tiempo, es recomendable que consultéis con su pediatra si a los nueve meses observáis algunos de estos signos:
- El tronco se muestra flácido, sin fuerza.
- No se aguanta sentado sin apoyo, ni es capaz de cambiar de postura sin ayuda.
- No hace la pinza.
- No manipula objetos.
- Rechaza de forma importante los alimentos sólidos.
- El sueño sigue siendo muy fragmentado, sin distinguir el día de la noche.
- No tiene intención desplazadora.
- No parlotea ni muestra interés social.
- Empatía pobre, no extraña al estar con personas desconocidas.
- Ausencia de conductas imitativas de sonidos, gestos o expresiones.