Desarrollo psicomotor y emocional

Desarrollo psicomotor y emocional: el bebé entre 9 y 12 meses

3 min.

El ritmo con el que va adquiriendo habilidades vuestro bebé os sorprenderá. Hace apenas unos meses, su día a día se basaba en dormir y comer, y ahora no para quieto. La exploración se convierte en su juego favorito, y esto forma parte de un desarrollo saludable.

Sus características principales

En el bebé de 9 a 12 meses los hitos más importantes del desarrollo van a estar en relación con el inicio de la deambulación y el desarrollo del lenguaje. 

En este periodo el bebé va a ser capaz de ponerse de pie y caminar con apoyo o ayuda, el paso previo a la deambulación autónoma. Claramente tiene capacidad para desplazarse de algún modo de forma independiente. 

La manipulación con sus manos será cada vez más sofisticada. El movimiento de pinza será más fino y podrá sacar objetos de un recipiente. También será capaz de introducirlos dentro. 

La comunicación y el lenguaje entre los 9 y los 12 meses de edad

Entre los 9 y 12 meses, el lenguaje ganará protagonismo. El bebé será capaz de saludar, señalar con el dedo y entender poco a poco lo que le digáis, como algunos términos como el “no” o indicaciones simples como “ven”, “mira” o “toma”. También reconocerá su nombre y usará exclamaciones de sorpresa (“¡oh!’’). Imitará sonidos y gestos, expresará familiaridad y algunos empezarán a decir “mamá’’ o “papá’’, a veces, sin un sentido claro. 

Qué esperar de un bebé al cumplir su primer año

El bebé a esta edad empezará a colaborar para vestirse y se mostrará disconforme cuando no quiere hacerlo, de forma que a veces os resultará complicado el cambio de ropa o de pañal y lavarle los dientes.

La angustia de separación suele estar presente entre los 9 y los 12 meses de vida del bebé. Frecuentemente es algo transitorio, y además resulta positivo para su desarrollo.

La alimentación será cada vez más variada y entenderá las normas sociales asociadas al momento de comer. 

Juegos y actividades para bebés de 12 meses

De un modo similar al que ocurre con los bebés en las etapas entre los seis y nueve meses, sus manos serán cada vez más hábiles y será capaz de hacer pinza con más agilidad, por lo que podrá emplear este nuevo aprendizaje durante el juego. Buscará la mirada del adulto en sus acciones o juegos y la participación coordinada.

Si alguno de sus gestos o acciones provoca risa en otras personas, le divertirá y lo repetirá con frecuencia. 

Le gustará jugar cada vez con más objetos y será capaz de descubrir un objeto oculto. También explorará los juguetes, los sacudirá, golpeará y los lanzará. Empezará a entender el uso de algunos objetos o juguetes en concreto, y los utilizará de forma adecuada, por ejemplo, un vaso para beber, un peine para peinarse o un lápiz para intentar garabatear. 

Es importante que tengáis en cuenta que el juego se trata de una diversión en la que el mismo bebé empezará a introducir las nuevas habilidades que vaya desarrollando progresivamente. De este modo, es recomendable que le acompañéis en cada etapa, priorizando el juego como entretenimiento antes que con grandes objetivos de estimulación. 

En la edad entre los 9 y 12 meses son habituales los juegos o juguetes de construcción y apilables (sobre todo con diferentes colores y tamaños), juguetes musicales (pianos, tambores), juguetes para la hora del baño, cubos y palas, mesas de actividades, cuentos con imágenes vistosas, proyectores de luces y colores… 

Signos de alarma al cumplir los 12 meses

Al cumplir el primer año de vida, debe adquirir una serie de habilidades, más o menos perfeccionadas. En el caso de apreciar algunos de los siguientes signos en vuestro bebé, debéis consultar con el pediatra:

  • No es capaz de ponerse de pie.
  • Ausencia de pinza y manipulación fina de los objetos.
  • No responde a su nombre.
  • No señala con el índice.
  • No muestra interés por el entorno ni por la comunicación con las personas.
  • El juego es repetitivo y poco variado, explora los objetos de forma limitada o simplemente parecen no interesarle. 
  • Aparición de conductas estereotipadas como balanceo, aleteo de manos, repetición de un sonido o un movimiento.
  • No repite sonidos que oye ni balbucea.
  • No entiende indicaciones sencillas.
  • No responde al “no” ni a los saludos.
  • Conducta afectiva pobre sin expresar alegría ni disgusto, o responde de forma inapropiada. 

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