El sueño en los bebés y niños es diferente al sueño de los adultos. Los recién nacidos tienen un ritmo ultradiano (no está sincronizado con la luz solar), por lo que alternan periodos de sueño, alimentación y vigilia independientemente de si es de día o es de noche. Progresivamente, este ritmo biológico se va adaptando y, en torno a los cuatro meses de edad, empiezan a adoptar el ritmo circadiano (distinguen el día de la noche). Pero esto, por ahora, solamente significa que pasarán más tiempo despiertos mientras haya luz solar, y no siempre se traduce en noches enteras durmiendo sin despertarse.
¿Cuánto debe dormir el bebé según su edad?
No existe un patrón de sueño común para todos los bebés según su edad, solamente algunas estimaciones generales. Dependerá de cada niño o niña que duerman más o menos horas al día, y de forma más continuada o con numerosas interrupciones.
Horas recomendadas de sueño para un recién nacido
Durante el primer mes de vida, los bebés duermen un promedio de 14 a 17 horas diarias, con varios despertares para comer. Esto será así, aproximadamente, hasta los tres meses de edad. Conforme pasa el tiempo, la necesidad de horas de sueño del bebé irá disminuyendo y además comienza a interactuar con su entorno y su familia.
Cuántas horas duermen los bebés entre los tres y los seis meses de edad
Llegados a este momento, notaréis que el patrón de sueño de vuestro bebé se modifica. Además de pasar más tiempo despierto durante el día, se reduce el número total de horas de sueño (de 15 a 12 horas diarias aproximadamente). Los despertares nocturnos seguirán siendo habituales y normales en muchos de los bebés, aunque algunos ya comienzan a dormir más horas de forma continuada y a demandar menos alimento por la noche.
A partir de los seis meses
La actividad diaria a los seis meses de edad es más significativa, y ya duermen la mayor parte del tiempo por las noches, con algunas siestas más o menos breves durante el día. Entre los 9 y los 15 meses los bebés suelen hacer 2 siestas diurnas y, a partir de esa edad, quedará una siesta diurna que suele mantenerse hasta los 3-4 años de edad.
Las ventanas de sueño
El espacio entre las siestas de un bebé, los momentos de vigilia, se conoce como ventanas de sueño. Aunque varían mucho entre un bebé y otro, conocerlas os puede ayudar a acompañar a vuestro bebé en la inducción del sueño y así facilitar una rutina de siestas y de sueño nocturno. Y es que, si esperáis a que esté demasiado cansado para que duerma, puede que le resulte más complicado conciliar el sueño.
- Los bebés recién nacidos, y hasta los dos meses de edad, suelen poder pasar entre 45 minutos y 1 hora despiertos entre sueño y sueño.
- De los dos a los cuatro meses, este tiempo aumenta hasta una 1 hora o 2 horas aproximadamente.
- Entre los cuatro y los seis meses de edad, ya pueden estar despiertos desde 1 hora y media hasta 2 horas y media.
- De los seis a los nueve meses, el tiempo que suelen permanecer despiertos entre siestas llega hasta las 2 horas y 30 minutos.
- En torno al primer año de vida, ya es habitual que puedan pasar despiertos 4 horas entre siestas.
Aunque estos horarios son aproximados, podéis observar a vuestro bebé para conocer sus señales de cansancio (se frota los ojos o las orejas, bosteza, parece algo más irritado, etc.) y aprovechar ese momento para intentar que se duerma.
Dónde debe dormir el recién nacido
La decisión de dónde debe dormir el bebé parte de las necesidades y preferencias de cada familia. Las opciones se resumen en:
- una cuna independiente,
- una cuna de colecho (pegada a la cama) o
- directamente compartiendo cama con vosotros.
El colecho es una costumbre ancestral y está muy arraigada en muchas culturas del mundo. Y aunque en último siglo, en el mundo occidental, ha habido más tradición de que el bebé duerma en su cuna, es destacable recordar que el contacto físico favorece la lactancia materna y la vinculación afectiva con el bebé. Además, puede ayudar a que los despertares del bebé sean, si no menos frecuentes, sí menos intensos.
En la misma habitación
Por lo general, durante el primer año de vida es recomendable que el bebé duerma en la misma habitación que vosotros y vosotras (en su cuna, en una cuna de colecho o en vuestra cama).
Cuando creáis que ha llegado el momento de que duerma en una habitación independiente, si no esperáis a que lo decida el niño o la niña por sí mismo, podéis hacer el traslado. Si el cambio no resulta bien y dormís todos peor, siempre podéis volver a incluirlo en vuestra misma habitación.
Hábitos a la hora de acostarse: cómo inducir el sueño a un bebé
Salvo casos excepcionales, todos los niños acaban tarde o temprano durmiendo solos y al menos ocho horas seguidas. Pero debéis entender las necesidades de los bebés y ajustar vuestras expectativas al nuevo miembro de la familia. Que un bebé duerma en horas diferentes a las vuestras o que tenga varios despertares nocturnos, puede no ser un problema de sueño del bebé, sino un problema de incompatibilidad con vuestros horarios y necesidades de descanso adulto.
Para ayudar a la maduración del sueño infantil son aconsejables las recomendaciones que se incluyen en lo que se conoce como higiene del sueño:
- intentar llevar unos horarios de sueño ordenados, acoplados a los ritmos luz y oscuridad,
- ordenar los horarios de alimentación,
- regular la exposición a la luz solar y a las pantallas.
- De noche el hogar tiene que estar más calmado, silencioso, con luz tenue u oscuridad.
- Por otro lado, las rutinas como el baño, el momento del juego o el cuento previamente a la hora de dormir, os pueden ayudar a establecer el ritmo circadiano en sueño del bebé.
Las mejores posturas para el descanso del bebé
Se recomienda poner a los bebés a dormir boca arriba, ya que esta postura disminuye la incidencia del síndrome de muerte súbita del lactante. Pero, cuando estén despiertos, se aconseja que vayáis cambiando su postura de forma frecuente. Además, hay que poner a los bebés boca abajo de vez en cuando para evitar deformidades en la cabeza y favorecer el tono y el control postural. No es necesario forzales si no les gusta, basta con llevarlos en brazos o portearles para variar la postura.
Además de la postura hay otros factores a tener en cuenta: proporcionarle un colchón rígido, evitar edredones y almohadas, no abrigar demasiado al bebé, ni ponerle ropa o accesorios que puedan impedir que se mueva libremente.
Problemas al dormir
Cuando parece que habéis logrado una rutina que os permite descansar, puede que sucedan cambios en el sueño del bebé que os descoloquen. Las crisis de sueño, o regresiones, no ocurren en todos los niños y niñas, pero saber qué está pasando os ayudará a sobrellevarlas.
Estas regresiones duran entre dos y seis semanas: el bebé que antes se dormía con facilidad y profundamente, ahora parece que no quiere dormir y se despierta constantemente. En estas crisis influyen el cambio biológico del sueño (como sucede en torno a los cuatro meses), la ansiedad por separación (alrededor de los ocho meses), la adquisición de nuevas inquietudes y habilidades (a los 12 meses, cuando muchos ya dan sus primeros pasos), y el deseo de ejercer su independencia (a los 18 meses).
Otro de los problemas que pueden tener los niños y las niñas al dormir son las pesadillas o terrores nocturnos. Estos sueños agitados y angustiosos se presentan con mayor frecuencia durante la etapa preescolar, y están muy relacionados con el miedo a la oscuridad. Pero pueden darse incluso antes de los 3 años.
Las pesadillas en ocasiones se manifiestan en épocas de estrés o de incertidumbre ante los cambios, como una mudanza o el nacimiento de un hermano. Para favorecer un sueño tranquilo debéis mantener, en la medida de lo posible, la rutina diaria. También es conveniente evitar películas o libros que puedan causarle miedo, sobre todo antes de dormir. Y, por supuesto, debéis tener paciencia cuando se despierte sobresaltado, tranquilizarlo, definir lo que ha ocurrido y calmarlo para que se vuelva a dormir.