Como adultos, debéis decidir y establecer unas bases sobre las que construir la relación con vuestros hijos. La empatía, el respeto, el amor y la firmeza son ingredientes necesarios para un desarrollo integral durante la época de crianza. Además, es importante tener en cuenta que el límite es la herramienta más poderosa que tenéis para asegurar un desarrollo integral saludable de vuestros hijos e hijas.La falta de ellos puede ser el origen de muchos problemas en la adolescencia e incluso la edad adulta.
Qué son y para qué sirve poner límites
Los límites son las normas que establecéis como adultos desde la empatía y el respeto, y que sirven de guía a los niños para garantizar una buena convivencia tanto dentro del seno familiar como con el resto de la sociedad. Los límites les ayudan a saber qué están aceptados en la convivencia, les advierten y preservan de peligros y les ayudan a tener responsabilidad. Por todo ello, cuando los niños crecen con límites, crecen en un ambiente de seguridad y respeto.
Cómo y cuándo poner límites: consejos y recomendaciones
Cuando se habla de establecer límites, hay que tener claro que no es lo mismo poner que imponer. Debéis reflexionar y entender las necesidades de vuestros hijos, teniendo en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentran y que tal vez estas necesidades no tienen por qué coincidir con las vuestras. Por ejemplo, para los adultos los horarios son muy importantes y entendéis que hay que ser puntuales. Sin embargo, el concepto de tiempo para los niños es demasiado ambiguo y les cuesta comprender y valorar la necesidad de cumplir con unos horarios determinados.
Para qué sirven los límites
Los límites son necesarios durante todo el desarrollo del niño o niña, por eso los podéis aplicar desde pequeños. Lo único que debéis tener en cuenta es que los límites irán evolucionando de igual manera que el bebé va creciendo. Con la edad, los límites serán diferentes para garantizar un crecimiento saludable.
La importancia de ser objetivos a la hora de poner límites
A la hora de poner límites ser objetivos es crucial, siendo concretos y específicos, sin usar frases generalizadas como “pórtate bien”. Se recomienda que cambiéis este tipo de frases por frases más concretas como “habla bajito que la abuela está durmiendo”, por ejemplo, así ayudaréis al niño a que comprenda, poco a poco, qué es lo que necesitáis y esperáis de él. De esta manera irá integrando las normas de convivencia establecidas.
Entender las necesidades del niño o bebé
Dar alternativas u opciones es otro recurso a la hora de introducir los límites de forma respetuosa. Por ejemplo, si el bebe está golpeando la mesa con su juguete, podéis llevarlo a otro sitio donde puede seguir golpeando sin estropear la mesa y se lo explicáis. Como alternativa, también podéis ofrecerle un juguete que sirva para golpear sin lastimarse o dañar la mesa, explicándole por qué debe hacerlo con otro juguete y no el que usaba, así entenderá el porqué del límite.
Mejor habla en positivo que en negativo
Poner énfasis en lo positivo es importante para que el límite se integre en el crecimiento del niño. Si solo le decís que es lo que no puede hacer, no hay garantía de aprendizaje. Sin embargo, si le habláis en positivo, el niño estará más receptivo. Por ejemplo, si le decís “no grites’’, estáis insistiendo en lo que no debe hacer. Sin embargo, si le decís “habla bajito que es muy temprano’’, reforzáis lo que sí puede hacer.
Recordad que el propósito de los límites es ayudar a los niños y niñas a organizar, internalizar las reglas y adquirir pautas de comportamiento adecuadas teniendo en cuenta sus necesidades, sus inquietudes y sus intereses.