La llegada a casa con el bebé recién nacido suele ser un momento muy esperado, aunque también produce cierto respeto ya que se pasa de la seguridad que nos proporciona el hospital y su personal médico donde se han compartido las atenciones y el cuidado del bebé con profesionales sanitarios a estar en un entorno diferente, el hogar. Es normal si este cambio os hace sentir inseguridad durante los primeros días.
Es habitual tener miedo a lo desconocido y dudar de si seréis capaces de manejar el cuidado del bebé. Es recuente pensar que no tendréis fuerzas para cuidarle en estos primeros días en los que se mezcla el cansancio y la felicidad. Además, son días en los que también es común alertarse ante cualquier cosa. Estas son varias claves para la vuelta a casa con el bebé.
Características físicas del bebé recién nacido: nuevos hallazgos
La piel del recién nacido
La mitad de los bebés nacen con alguna mancha en el cuerpo. Las más comunes son los angiomas planos. Son manchas planas de color rojo o salmón, formadas por capilares sanguíneos dilatados y visibles a través de la piel, que se intensifican con el llanto y el calor. Desaparecen casi siempre antes del año y medio de vida.
En muchos bebés podréis observar, en la parte baja de la espalda, en las nalgas o en los muslos, una o varias manchas azuladas o grises, de diferentes formas y tamaños. También, al segundo o tercer día de vida, a casi la mitad de los recién nacidos les empiezan a brotar pequeñas manchas rojas en la piel, a veces con una zona central elevada como una ampolla blanca o amarilla, semejantes a las picaduras. Se trata del llamado eritema tóxico o exantema toxoalérgico y no requiere de tratamiento.
Las hormonas que se liberan durante el embarazo afectan a los bebés. Por ello, algunos desarrollan granitos en las mejillas y la frente, similares al acné. Desaparecen en el transcurso de los primeros meses y se recomienda no tocarlos, para evitar que se infecten.
La capa externa de la piel, que ha protegido el bebé de la humedad del líquido amniótico, se desprende a partir del segundo día, en un proceso conocido como descamación fisiológica. Es particularmente llamativa en piernas y pies, aunque la podréis observar en cualquier parte del cuerpo. En los nacidos después de las 40 semanas de embarazo y en los de bajo peso, puede ser un proceso muy llamativo, pero sigue siendo algo normal que desaparece antes de las dos semanas de vida.
Durante los primeros meses, es normal que en la piel aparezcan zonas veteadas que corresponden a una distribución irregular de la sangre en esas áreas. La observaréis en partes del cuerpo expuestas al frío, pero su presencia no significa que el bebé deba estar más abrigado.
La cabeza del recién nacido
Generalmente, a causa de un parto complicado o por la aplicación de fórceps, puede producirse una hemorragia en la superficie de un hueso del cráneo, habitualmente el parietal, llamada cefalohematoma. Se manifiesta por un bulto que va formándose en la cabeza del bebé horas después de su nacimiento. Por lo general, no requiere ningún tratamiento y la sangre tarda de dos semanas a tres meses en reabsorberse, pero debéis procurar que sea valorado y controlado por el pediatra. En los partos instrumentales, también se utilizan otros utensilios como espátulas o ventosas. Tras un parto con ventosa, es posible que la cabeza del bebé quede algo apepinada, algo que suele ser motivo de alarma, pero que se soluciona con el paso de los días.
Las fontanelas, anterior y posterior, son dos zonas donde el cráneo tiene una falta de continuidad. Son necesarias para que los huesos del cráneo permitan el crecimiento cerebral. Estarán abiertas hasta los 12-18 meses.
El rostro del bebé: ojos, nariz y boca
El conducto por donde las lágrimas desaguan puede hallarse obstruido en algunos bebés, causando un excesivo lagrimeo al que pronto se añaden legañas e infecciones repetidas. Para solucionarlo, acudid al pediatra. Suele bastar con que uséis colirios antibióticos y masajes para recanalizar el conducto. Si al bebé además le molesta mucho la luz, debe ser valorado urgentemente por el especialista.
En la encía y en el paladar del recién nacido podréis observar pequeños quistes blanquecinos de queratina, que desaparecen a los quince días después de nacer.
Después de una toma, pueden quedar restos de leche en el interior de la boca del bebé. Pero si tiene unas manchas blancas que no se pueden desprender fácilmente pasando la yema del dedo, puede tener una infección de la mucosa bucal causada por un hongo llamado Cándida albicans, conocida en muchos lugares como muguet. Puede dificultar su alimentación, por lo que debéis tratarlo. Acudid al pediatra que habitualmente le recetará un gel antifúngico.
El tronco
Es posible que un bebé tenga un pezón extra o supernumerario, que en la mayoría de los casos no pasa de ser una pequeña mancha de color oscuro.
Otra de las características que podéis observar, es una fractura de clavícula, nada extraña en partos difíciles, que puede pasar desapercibida en el hospital. Consultad con el pediatra pero que sepáis que normalmente no precisa inmovilización ni ningún cuidado especial.
Las extremidades
Al estar continuamente con las extremidades flexionadas, no se suele apreciar pero todos los recién nacidos tienen las piernas arqueadas. Es algo que se va corrigiendo con el paso del tiempo. Cuando se trata de un defecto hereditario, será necesaria la ayuda del ortopeda para impedir que roce con el calzado.
En los pies, hay defectos que requieren tratamiento, en ocasiones incluso quirúrgico. Pero cuando es posible rectificar la desviación del pie sin necesidad de forzarlo, se corregirá espontáneamente, aunque en ocasiones el especialista recomendará ejercicios para corregirlo.