Los genitales de los bebés todavía no están desarrollados del todo y es normal si a veces presentan una coloración diferente a la de los adultos o si están un poco inflamados. No obstante, es importante que prestemos atención a los posibles cambios que se puedan dar ya que hay algunas características que no son comunes y que será preciso tratar.
Sinequia vulvar o de labios menores
Consiste en la adherencia de los labios menores entre sí, de forma que no permite ver la entrada de la vagina, y a veces tampoco el meato uretral (por donde sale la orina).
La sinequia puede ser total o parcial, habitualmente no produce ningún síntoma, pero es algo que se detecta en las revisiones pediátricas o que podréis advertir durante la higiene a vuestras hijas. Conforme la niña vaya creciendo, la tendencia natural es a resolverse espontáneamente.
Algunos casos de sinequias totales pueden originar complicaciones como molestias, dificultad para orinar, flujo vaginal maloliente o infecciones de orina. En estos casos, se recomienda tratarlas para liberar la adherencia. Existen diferentes opciones como las cremas a base de vaselina, corticoides, o en última instancia una intervención quirúrgica.
Vulvovaginitis durante la infancia
Es una inflamación o infección de la región externa genital femenino, vulva y vagina. Es muy común entre los dos años y los siete años, sobre todo tras la retirada del pañal y el inicio de su autonomía en el baño.
Se manifiesta con picor, enrojecimiento de la zona y flujo vaginal. Con frecuencia hay molestias al orinar y en ocasiones puede haber sangrado. Se suele producir por la contaminación de la vulva y la vagina desde la zona anal o a través de las manos. Otra causa de vulvovaginitis es la presencia de un cuerpo extraño que la niña haya introducido en su vagina.
El tratamiento se basa en que uséis jabones específicos y algunas cremas, las normas de higiene habituales con el cambio frecuente de la ropa interior, y que enseñéis a las niñas la técnica correcta de limpieza de los genitales después de ir al baño a orinar o defecar (de delante hacia atrás). Es conveniente que evitéis el uso de ropa ajustada y jabones perfumados o irritantes en la zona genital. Tras el baño, debéis comprobar que la zona genital queda seca.
Testículos no descendidos: la criptorquidia
La criptorquidia es la ausencia del testículo en la bolsa escrotal y afecta al 2-3 % de los recién nacidos varones, especialmente si han nacido prematuros.
Los testículos durante el periodo embrionario se desarrollan en la zona central del abdomen y, al final de la gestación, completan su recorrido hacia la bolsa escrotal. En la criptorquidia, este recorrido no se ha realizado completamente y los testículos se pueden encontrar en cualquier punto del camino. Este descenso puede producirse después del nacimiento y tenéis que comprobar que, efectivamente, sucede antes de los 6 meses. En caso contrario, está indicado consultar al o la profesional que buscará el testículo mediante pruebas de imagen y puede plantear la cirugía para colocarlo en su sitio.
El testículo debe estar en la bolsa escrotal porque es el lugar en el que tiene una temperatura adecuada para poder ejercer su función fértil futura. Una condición diferente a la criptorquidia es el testículo en ascensor o retráctil, que sube y baja con facilidad. Para distinguirlo, os ayudará la observación con el aumento de temperatura, como ocurre cuando están en la bañera o cuando tienen fiebre. En esas situaciones el testículo desciende y seréis capaces de verlo en la bolsa escrotal.
Fimosis en bebés
La fimosis es el estrechamiento de la abertura del prepucio, que es la piel que recubre el glande del pene. Es fisiológica en el recién nacido y los primeros años de vida debido a las adherencias en la piel de la zona.
Conforme se va produciendo el crecimiento físico del niño, las adherencias van desapareciendo por el propio desarrollo del pene y por las erecciones espontáneas. En líneas generales, en torno a los cuatro años el 80% de los niños pueden retraer el prepucio sin problemas. Solamente el 1% no podrá hacerlo llegados los 16 años.
Como sabéis que se trata de un proceso evolutivo, salvo si hay complicaciones, la recomendación es que mantengáis una conducta expectante, cuidando la higiene local con suaves retracciones del prepucio, sin forzarlas. La cirugía raramente está indicada, salvo en casos muy severos, que originan infecciones locales repetidas, o incluso dificultades en la micción. En la mayoría de los casos que no se resuelven espontáneamente con la edad, basta con seguir un tratamiento local con corticoides.